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Sunday, May 08, 2005

Yo soy el nieto




A simple vista se podía decir que él era un perdedor, un pobre hombre sin fortuna, sin un techo donde vivir, sin tener segura la comida de mañana. Nadie entendía al abuelo como yo, ambos buscábamos las mismas cosas en la vida, él es el único hombre feliz que conozco; para quien no tiene la felicidad en el corazón simplemente es imposible verla.

Mi abuelo vive con mi tío Víctor, quien no para de criticarle sus ideas de libertad, en el fondo mi tío guarda un profundo resentimiento hacia el abuelo, porque al parecer fue muy difícil crecer en casa. Era...dicen una casa de locos en donde mi abuela no paraba de rezar para que mi abuelo cambiara y se pusiera a trabajar, mientras el abuelo trataba de armar un ejército de libre pensadores, quienes al final del tiempo serían los que salvarían al mundo de su ruina. Maldecía a la Iglesia y peleaba con la abuela sobre sus creencias, ella sin saber que hacer lo rociaba de agua bendita abría sus brazos e imploraba a su Dios por la salvación de la perdida alma de mi abuelo.

Dicen que la abuela después de estas confrontaciones caía en cama enferma por semanas, incapaz de levantarse y era el abuelo quien tomaba el mando de la casa, atendiendo a los hijos, llevándolos a la escuela, alimentándolos y ayudándoles con sus tareas. El abuelo disfrutaba tanto aquel tiempo con sus hijos, aunque no podía ocultar sus tristeza, podríamos llamarla decepción al ver que ellos crecían rápidamente, dejando ver cada vez más el parecido que tenían con la abuela.

Los hijos de ellos dos sin saber para donde mirar y para donde correr compensaban en parte la locura familiar luchando incansablemente hasta crear una vida “normal” en la que hubiera estructura... orden donde el papá fuese a trabajar, la mamá se quedara en casa a cuidar a los niños y sobre todo que la idea de Dios estuviese clara.
Si me preguntas cómo hace mi abuelo para saber el futuro no te lo puedo decir, creo que su mente y su espíritu trascienden las fronteras del mundo y las ideas. Un día en el que fumábamos en el jardín me dijo: - Ismael, confió plenamente en tu juicio. Estoy seguro que sabrás lo que hacer cuando llegue el momento. Sabía exactamente a lo que se refería, inmediatamente después que terminó decirme esto, sentí una extraña sensación de haber estado antes allí, de haber escuchado a mi abuelo decir las mismas palabras, dejá vu...

Tomamos a Petro nuestro perro y digo nuestro por que el abuelo me lo había encargado, me dijo que cuando él muriera yo me haría cargo del animal, que sería un hijo para mi, así que ese mismo día comencé a construir la relación, para que ante la ausencia de mi abuelo no se dejase morir de tristeza, era importante que el perro sobreviviera.

A mi abuelo no le importaba si tenía que esperar por el perro en el limbo, lo que era importante es que el animal pudiera adquirir la sabiduría necesaria para guiarlo a través del inframundo. Me decía: - Ismael sé que si muero iré al limbo, no tengo otro lugar a donde ir, pero esperaré a Petro para que me lleve a donde debo estar.

Oímos al tío Víctor gritar adentro de la casa, Petro ladraba sin cesar...

El hijo de mi tío había dejado de respirar, por alguna razón yacía en la calle en medio de un charco de sangre, todos en la casa gritaban y corrían... el cuadro era tan irreal que parecía sacado de una película, yo sin embargo tuve otra vez la sensación de haber vivido la escena con anterioridad no había nada de que preocuparse era un simple dejá vu...

La ambulancia llegó a la escena, el cuerpo de mi primo no respondía, era una masa de carne eso era lo que era... por primera vez sentí miedo ante la muerte, a quedar reducido a carne. Miré al abuelo y él miraba hacia el cielo como buscando algo.

Petro estaba serio, sabía la gravedad del asunto...

Me dijo mi abuelo, tu primo ya se ha marchado, se ha tirado de la ventana por miedo, pronto vendrá el perro que lo guiará al infierno de los cobardes. Y ahí estaba... un perro callejero apareció se acercaba al cuerpo de mi primo reclamando su pertenencia.

Yo me quedé helado ¿cómo hace el abuelo para saber estas cosas?, nadie más notó al animal, fue hasta que pusieron a mi primo en la camilla y lo subieron a la ambulancia, que el perro enfureció y comenzó a ladrarle a los socorristas, uno de ellos atinó a darle una patada en el hocico para callarlo. El animal orgulloso no reaccionó ante la agresión y se quedó quieto hasta que cerraron la puerta de la ambulancia. Mi tío iba acompañando a mi primo.

Vimos partir a la ambulancia, mi tía iba siguiéndolos en auto. En cuanto se pusieron en marcha el perro que esperaba salió disparado corriendo tras la ambulancia, aquel animal no era de este mundo en cuestión de segundos los había alcanzado su existencia tenía un solo propósito guiar a mi primo hacia el infierno de los cobardes.

El animal se le cruzó a mi tía por enfrente, lo que hizo que ella pisara los frenos con toda su fuerza para evitar atropellarlo. Todos presenciábamos la escena, sucedió cuando llegaron a la esquina de la calle, el auto de mi tía dio un trompo y con la parte trasera llegó a golpear la ambulancia, la ambulancia perdió el control y se estrelló contra el poste de la luz.

Corrimos todos ante lo que había sucedido ante nuestros ojos. Mi abuelo y Petro se quedaron atrás mirando hacia el cielo, ellos ya sabían que no teníamos salvación, cuando viré mi mirada para ver lo que hacían pude ver las luces en el cielo. Mi abuelo me miró, me hizo una señal para que regresara, entre el caos no pude escuchar lo que me dijo, pero leí sus labios: - El fin ha comenzado. De nuevo volví a sentir la deliciosa sensación de dejá vu...


Fabiola
Mayo ´05

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